Opinión Por Pedro Calvo y Diego Barovero Jueves, 14 de Enero de 2021
Saguier: un gobierno radical en la Ciudad
En tiempos en que la política aparece cuestionada debido a la frustración que apareja la crisis socioeconomica y la decadencia institucional y moral, la figura de Julio César Saguier adquiere proporciones de ejemplaridad.
El primer intendente de la democracia reconquistada en 1983 era un porteño noble y trabajador, abogado de profesión, profesor de la UBA y padre de familia (estaba casado con doña Matilde Noble Mitre con quien hubo seis hijos), con una férrea voluntad y generosa vocación política. Afiliado a la UCR siempre fue solidario con correligionarios perseguidos por sus ideas políticas en tiempos de dictaduras; fue también uno de los cofundadores del Movimiento de Renovación y Cambio que en 1972 y en 1983 impulsó la candidatura presidencial de Raul Alfonsin, que tras resultar victorioso en las elecciones del 30 de octubre de ese año lo designó Intendente Municipal de la Ciudad de Buenos Aires (que todavía no era autónoma y cuyo jefe inmediato por imperio constitucional era el presidente de la Nación que debía designar un delegado para el ejercicio del gobierno local).
Saguier asumió esa función con la dignidad y el compromiso que siempre caracterizaron su vida a lo largo de todas las misiones que debió cumplir. Era un hombre leal al presidente pero un porteño que amaba a su ciudad y respetaba a sus habitantes como el buen vecino que era.
Su gestión se caracterizó por la eficacia y la vocación por elevar la calidad de vida de los porteños y porteñas. Asumió el cargo y recibió una ciudad endeudada y estancada, desarrollando una administración austera y prolija que le permitió ordenar las cuentas públicas. Implementó una política activa en materia de obras públicas, transporte, desarrollo Urbano y salud pública, que incluyó la ampliación de la red de subterráneos, la creación del premetro, el impulso al Mercado Central y al CEAMSE, la construcción de viviendas populares, del Hospital Garrahan entre otras muchas acciones positivas.
Cumplió sobradamente su misión aún estando gravemente enfermo y falleció en el ejercicio del cargo el 13 de enero de 1986, y su nombre ocupa desde entonces un sitial de honor entre los muchos radicales que desempeñaron el gobierno de la ciudad capital de la República.
Pedro Calvo (diputado nacional MC)
Diego Barovero (presidente del Instituto Nacional Yrigoyeneano)